24 diciembre 2010

De Navidades pasadas

La memoria es un recurso muy selectivo del ser humano. Definitivamente, selectivo.
Hoy se entrelazan en mi memoria varios recuerdos que cumplen veinte años.
Sí, veinte.
Estoy sorprendida de tener recuerdos de veinte años... Hace sentir la edad como un peso fuerte sobre los hombros...

Aunque, me doy cuenta, tengo recuerdos mayores aún, de veintidós: La campaña del No.
Es cierto que son luces y sensaciones que se mezclan y se llenan de baches, pero son recuerdos, al fin y al cabo. Y quedaron ahí, para despertar algún día, porque eran cosas realmente importantes: tenía un año y medio cuando fue la campaña del No y, cuando muchos años más tarde, volví a escuchar la canción y me di cuenta que me sabía la letra, no me pareció extraño. Fui parte de la historia. Y eso el cerebro no lo borra, aunque sea una masa delicada y joven, con muchas dificultades aún para retener...

Volviendo a mis recuerdos del año 1990: me ha costado ordenar algunas cosas y, recién me doy cuenta, debo estar mezclando varias Navidades: 89, 90 y 91... (desde el 92, ya en Costa Rica, las cosas sí las recuerdo con claridad)...

En definitiva, y para hacerlo más ameno:

¿Por qué me gusta la Navidad?

Porque recuerdo: el pesebre de mi abuela y el olor a pintura; los plumones chiquitos blancos con corazones de colores (realmente, el regalo que recuerdo con más cariño, de toda mi infancia, más que cualquiera de mis Barbies caras, o mis peluches del Rey León, esos plumones SON mi infancia), sentir un gatito entre mis brazos (creo que la Cascanueces), las lucecitas brillando, el olor a pino y, el recuerdo más feliz de mi infancia: abrazar a mi abuelo.

Seguramente, no fue en Navidad, porque en la Navidad del 90 él ya estaba en el hospital... Pero la Navidad me recuerda a él. No se porque. Y, definitivamente, la memoria es selectiva, porque entre todos esos flashes de felicidad, no recuerdo el hecho de que murió ese Año Nuevo, no recuerdo que mi abuela me negaba como nieta (por el estigma del Alzheimer) y que, también ella, murió menos de dos meses después. No recuerdo las mudanzas continuas. No recuerdo en esa época de mi vida a mis hermanos, ni a mi padrastro, creo que ni siquiera a mi madre: son todos personajes que aparecen después del 91....

Antes que eso, sólo mi viejo, y mi Tata. Y mi Tata me duró poco. Pero es lo más feliz que me pasó en la infancia. Y es el mayor orgullo que guardo hasta el día de hoy en mi familia. Los viajes, las distancias, las separaciones, las personalidades fuertes, me obligaron a formar una figura paterna medio collage... bordada con parches.
Y sin, embargo, al mirar atrás, veo en mi Tata la figura paterna perfecta. El cariño de su abrazo es lo más dulce que guardo. El calor de su mirada todavía entibia mi corazón.

Y en una semana, serán veinte años desde que no está.
Y maldigo el tiempo, que nos aleja de recuerdos que quisiéramos tener más cerca, porque da la sensación de que, cuando alguien se va, su ausencia es clara al principio, pero luego nos acostumbramos a que no esté.
Es cierto, crecí sin él. Estoy acostumbrada a que no esté. Pero siento que es injusto que sea así.
En definitiva, poco importa mi sentido de la justicia. La vida es injusta y punto.

Pero es Navidad, es Navidad y yo tengo Fe.
Tengo Fe en algunas cosas "religiosas" que tienen que ver con la Navidad, pero que no considero importantes describir aquí.
Si quiero decir, que tengo Fe en que desde hace veinte años, mis abuelos están en un lugar mejor, y me cuidan, mi Tata es un Ángel que me visita, me acompaña en mis penas y en mis alegrías, me abraza hasta cuando no me doy cuenta y me canta canciones de cuna, que no puedo oír, pero tranquilizan mis dolores. Tengo Fe en que pasarán muchos años más, y un día estaremos nuevamente juntos y me volverá a abrazar. Y, lo que más espero, al mirar atrás toda mi Vida, es poder ver a mi Tata, hundirme en sus ojos y decirle que hice TODO lo posible para que él estuviera orgulloso.

12 diciembre 2010

Sola

Haciéndome cargo de mi vida... de mis decisiones, mis elecciones.
De cada paso que dí, hacia donde yo quería.

Y, luego, el desagrado de esas pequeñas consecuencias incalculadas...
O, quizá, contempladas, pero sin la justa medida de su realidad..

De todas maneras, la certeza de que todo camino tiene algún resultado que no gusta, que no completa, que resulta un poco pesado, o tedioso, o doloroso...

Y, en el fondo, feliz de que "mis" consecuencias tediosas hayan surgido por mi propia opción, por amor a mis deseos, por la fe ciega en mi corazón. Porque, aunque a veces lo olvide, soy una mujer valiente. Y seguí mi intuición, y armé mis planes, y diseñé mi futuro, según lo que quería, según lo que sentía, según lo que entendía que era mejor.

Y aún sigo mi intuición y tengo fe en mi corazón y en lo que quiero, y creo ciegamente en mis decisiones y camino con la frente en alto porque se, que si bien a veces me inundan momentos tristes, nunca será por haber elegido una vida que no era mía.

19 agosto 2010

Hace una primavera.

Y me pregunto, en un golpe de realidad,
¿es posible que muera el amor?
Más aún,
¿Cómo es posible que muera el amor?

¿Qué sentido tiene?
...Tener que enterrar tanto por dar.
...Tener que renunciar a entregar.
...Tener que despedirse de esa felicidad inmensa.

Y volver a ser feliz.
(En un mundo en el que seguramente
haya que volver a enterrar.
Renunciar.
Despedir).

(Se que estás ahí
y el pensarlo ya no me da frío.
Pero me da miedo.
Me obligaste a renunciar.
Te resiento por eso:
porque me has obligado a renunciar, para siempre).

15 agosto 2010

Agosto

Frío.
Promesa de primavera.

Se ha hecho largo el invierno.
Por primera vez, me he saciado del amor hacia el cielo gris y el viento.
Pero, por primera vez, lo pesado me sabe a promesa,
lo insoportable me huele a esperanza,
lo tedioso me convence de la pronta llegada...
De la brisa cálida, del sol cariñoso, del aroma a jazmín y mar y pasto.
De la vida por despertar.

Primavera, despierta...
Ya estoy cansada de hibernar.

22 julio 2010

Y digo Patria

"...Pero no cambia mi amor
Por mas lejos que me encuentre

Ni el recuerdo ni el dolor
De mi pueblo y de mi gente

Lo que cambió ayer
Tendrá que cambiar mañana
Así como cambio yo
En esta tierra lejana."

16 julio 2010

De España y buen fútbol

Pena enorme me dio ver a mi país nuevamente eliminado en octavos de final frente al monstruo verde-amarillo (luego: verde-amarillento-desteñido frente a una naranja desabrida a mandarina)...
Lejano recuerdo de uno de mis primeros mundiales..

El primero que recuerdo fue USA 94, no el mundial, realmente, pero sí la mascota de un tierno perrito, muy entretenido para una pequeña de 7 años y la final Brasil-Italia, que decidiría por primera vez un Campeón del Mundo en penales...
No mucho entendía de todo esto, pero sí se grabaron en mi memoria esos detalles (el odio a las definiciones por penales que guardo hasta hoy día) y el hecho de que mi papá me hiciera hinchar por Brasil, porque era importante apoyar a un Sudamericano frente a un europeo.....
Pobre mi viejo, logró inculcarme el amor al fútbol, pero no el apoyo a la verde-amarella.... por la contraria, Mundial tras Mundial, he terminado convertida en una devota seguidora y fanática de la Mannschaft..

Fue en el segundo Mundial, dentro de mi recuerdo, que vi por primera vez participar a la Roja de Todos: Francia 98
Ahora sí tenía algunas cosas más claras, pero estaba en esa etapa en que las niñas odian a los niños y todo lo que se les relacione, lo cual, por supuesto, incluía jugar a la pelota.
Una etapa en que no sabía lo que era un offside y creía que en la Vida había cosas más importantes que el fútbol (lo que es la inocencia!!!!)
La primera vez que ví a la Roja de todos en un Mundial llegamos a los Champs-Eliseé de la mano de un uruguayo -mientras yo llegaba al Uruguay de la mano de mi Madre-
No realmente a los Champs-Eliseé, porque Gloria no tuvimos ninguna
Pero pudimos superar la vergüenza en que nos había metido el Cóndor Rojas y darnos un paseíto por uno de los países más antipáticos del mundo...
Aquella vez tuve la alegría de sacarle pica a mis compañeros uruguayos, porque nosotros estábamos en Francia y ellos no... el tiempo me enseñaría que en la Vida, y en el Fútbol, hay que ser más humilde...

12 años después salí una tarde de julio a las 14:00 de la oficina,
podía caerse el mundo entero,
pero yo tenía que ver jugar a mi Selección.
El monstruo verde amarillo nuevamente frente a nosotros,
un resultado muy previsible,
pero que tenía que ver con mis propios ojos...

En esos doce años de por medio,
además de mi fanatismo por la Mannschaft,
creció mi amor hacia la tierra que llamo hogar...
Como con todo lo propio,
ella y yo tenemos una relación algo bivalente...
Y es que ella me ha visto sufrir tanto, que a veces no me queda más que echarle la culpa...
Pero también me ha regalado grandes alegrías y una de ellas es esta última...
¡¿como no festejar cuando tenés tres millones de eufóricos a tu alrededor?!...
Desde octubre del año pasado no podía ver jugar a la celeste sin llorar por tantos recuerdos de algo que quedó en un punto final (no penal).
Y ahora, tras ver a mi equipo volver a nuestro territorio andino y saludar desde los balcones de La Moneda, no me quedó más que ver a la Celeste en cuartos y, de repente, esa garra que recorría la calle abajo de mi apartamento subió hasta el noveno piso y me apoderó:
y grité los goles más fuerte que nadie, y, con más fuerza que nadie, grité que Uruguay volvería a ser Campeón, y, más que nadie, odié al arbitro que otorgó a Holanda dos goles que no lo eran y, más que nadie, lloré cuando ese último tiro de Forlán no entró en arco Alemán...
La locura Celeste se apoderó de mí y todo lo que me ha dado este hogar me hizo olvidar años de admiración por la Alemania de Klose y Lukitas Podolski

Y en realidad me fui AMPLIAMENTE de tema y, recién ahora, llegó a lo que iba a escribir en un principio:
este año fui víctima (más que testigo) de la peor final de un Mundial en la historia,
no sólo fue fútbol sucio, sino que -peor aún- fue fútbol MALO.
No se le puede describir de otro modo.
Parecía que nuevamente se otorgaría la Copa a punta de penales, premio al fútbol aburrido y a haber mantenido 120 minutos de empate por miedo a perder.
Parecía que la mano invisible de Zurich o de un cheque bien gordo en las manos de un árbitro que no se atrevía a echar a 10 mandarinas que merecían ser echadas, marcaría otro hito de injusticia futbolística.
Una telenovela de la violencia y del sueño, digna de olvido, de no ser por la España del tiempo adicional.
En esos 30 minutos hubo un poco del juego que 1/8 de la población Mundial esperaba ver y (extrañamente) ganó el Mejor: ganó el juego en equipo y no el trabajo sucio, ganó el fútbol y no la fuerza de un mal árbitro.
No hay palabras de discusión ante esta verdad insondable: levantaron la Copa quienes más lo merecían entre aquellos 32. Grandes Campeones, los Españoles.
Grandes Campeones en el fútbol del año 2010 y en mucho más...

Escuchar su acento en la tele me puso algo nostálgica,
y este frío invierno no hace mucho para ayudar:
recuerdo el Madrid helado que me recibió con brazos abiertos,
me entibió el Corazón y me regaló más de lo que merecía.
Un país que me alejó rápidamente de la antipatía de la gente malhumorada y gritona que vive del otro lado de los Pirineos y me sacó de una cachetada esa asimilación del concepto "los españoles", que nos enseñan los libros de historia de estos lados, relacionado con aquellos conquistadores que nos empobrecieron y asesinaron. Nosotros somos, de hecho, los hijos de los conquistadores, no ellos.
Un pueblo también golpeado, y también maravilloso, cuyos goles no puedo gritar, porque no son míos. Pero cuya alegría no deja de sacarme una sonrisa; cuyo talento, esfuerzo y pasión no es posible sino admirar; y cuyo cariño no es posible sino extrañar.

22 abril 2010

Qué significa saber que te amo*

Se que estás ahí y el pensarlo me da frío.
Me siento cada vez más lejos de un sueño de un recuerdo de algo que alguna vez fue realidad.
Y cada vez más cerca de un sueño del anhelo de una idea de algo que espero sea alguna vez realidad.

No me alcanzan los segundos del día,
las hojas del otoño,
los suspiros helados,
las lágrimas dulces,
los colores del mundo,
ni el espacio infinito entre tu y yo.

No me alcanza la vida para dejar la melancolía.
No me da la paciencia para esperar nada.
No puedo pensar,
no puedo llorar,
no puedo siquiera entristecerme más,
no puedo resolver.

No puedo dar fin a la absurda incoherencia de ser cada día más feliz y cada día recordarte más.

Y no me da la vida entera para imaginar el mundo sin tí...

14 marzo 2010

Little holes

Hoy sentí como si llegara por primera vez:
por un momento, miré la ciudad de perfil y me pareció desconocida,
empecé a navegar sus calles con mirada de extranjera,
a disfrutar sus rincones y sus esquinas como si nunca los hubiera visto...
Y no. Y de repente, esa pesadez en mi corazón que siento
cuando amo demasiado,
esa sensación en el pecho que me reafirma que realmente estoy amando....

Y llegar a mi barrio y observar sus rincones,
este pedazo de mundo que recorro desde los 16 años como una niña enamorada,
siempre dando vuelta a cada esquina con ansiedad y felicidad y esperanza y la ilusión de una sonrisa...
y sigue la fuerza al lado de mi pulmón,
la puedo tocar, la puedo sentir con mi mano,
la prueba de este amor profundo,
de esta felicidad profunda,
de esta convicción profunda
de que estoy en el lugar correcto, en el momento correcto.





*Post-data (6 de marzo de 2011): releyendo este post, creo que no queda del todo claro algo que quise decir (y pasada esta fecha, dudo que alguien llegue a leerlo pero, de todas maneras, quiero reivindicarme): al usar la palabra "amor" en este texto, al escribirlo y al releerlo, siempre fue pensando en amor a la vida, a mi vida, y a mi ciudad, y al mundo... No se oculta acá ningún misterio, ni ninguna persona con nombre y apellido; sólo ese aire que te pega en la cara cuando hay viento y te hace sentir abrazada por el mundo... A ese "amor profundo" es que refiero; eso es lo que siento cuando "amo demasiado".

05 marzo 2010

nada que decir

"Compañeros poetas,
tomando en cuenta los últimos sucesos
en la poesía, quisiera preguntar
—me urge—,
¿qué tipo de adjetivos se deben usar
para hacer el poema de un barco
sin que se haga sentimental, fuera de la vanguardia
o evidente panfleto?


(...)Compañeros de historia,
tomando en cuenta lo implacable
que debe ser la verdad, quisiera preguntar
—me urge tanto—,
¿qué debiera decir, qué fronteras debo respetar?
Si alguien roba comida
y después da la vida, ¿qué hacer?
¿Hasta donde debemos practicar las verdades?
¿Hasta donde sabemos?..."

16 febrero 2010

En palabras de don Joaquín


"Uruguay es un país muy pequeñito donde das una patada y salen quince poetas."

*don Sabina, por cualquier duda

28 enero 2010

Hello Darkness, My Old Friend

"La noche está estrellada y, tiritan azules, los astros, a lo lejos"

Te llevo donde quiera que voy...
Te espero, aunque sea una apuesta a perder.
Te busco y siempre te encuentro:
en la vida, en mis sueños, en mis pensamientos,
en cada lugar de esta triste ciudad...

Me pierdo en la pequeñez de mi hogar.
Me encierro en la soledad de mi balcón.
Me nublo en la inmensidad del cielo de verano...
Recuerdo un tiempo en que fui más feliz
y disfruto haber escapado del tiempo en que fui más triste.
Pero sigo dando vueltas en la grandeza de la soledad...
"Todo va a estar bien",
me lo he dicho mil veces,
me lo han dicho otras mil.
Lo se, que voy a estar bien,
ese no es el problema.
(La ausencia de eso que no puedo explicar,
La falta de aquello que más necesito,
La búsqueda de un abrazo).

Te seguiré llevando.
Te seguiré esperando.
Te seguiré buscando.
Y te seguiré encontrando.

26 enero 2010

Un Día de Verano

Otra noche en que quiero escribir y no se qué y no se cómo,
necesito romanticismo en mi vida para inspirarme en las palabras.
Pero, aún sin ese romanticismo, quiero seguir escribiendo.
¿De qué?
Por un breve instante todo se traduce en nada.
Vacío.
En las palabras.
Y en mis sueños.
En mis planes.
En mis ideas.

Pero de repente, no.
Vacío. Sí en las palabras.
Pero no en mis sueños. He armado nuevos sueños.
No en mis planes. He diseñado un nuevo futuro.
Jamás en mis ideas. He mantenido mis convicciones.

No soy poeta ni escritora y no pretendo serlo.
Simplemente aprovecho la oportunidad que me da la ilusión de unos pocos lectores de llegar a alguien con todos mis desvaríos y existencialismos.
Y comprendo que nada tienen de especial, sino que son los mismos que los de tantas mujeres en el mundo. Pero son míos y me llenan. Eso es lo que vale: que nuestros desvaríos y existencialismos y romanticismos nos llenen.

Divago entre mis ideas, queriendo escribir algo bonito. Pero cuesta embellecer lo que no es romántico, sino racional y concreto: mi trabajo, mis planes, mis metas. El proyecto de ser útil al mundo, el proyecto de dedicarme a mi familia, el proyecto de conocer lugares lejanos y volver a tantos otros.

No, no logro expresarlo en palabras que me conformen. Las palabras vienen con lo vivido, no con lo que aún está en mi mente. No importa, son momentos. Es momento de cosechar las cosas en mi mente. Mañana, prometo, seré capaz de escribir algo mejor.