26 julio 2013

Porque van a ser cinco años...

De golpe, me acordé de esa noche de invierno en Barajas y me vino el recuerdo de la más pura angustia... El olor a McDonald's, las náuseas, Julieta Venegas sonando por la radio... Tu cara diciéndome adiós a través del vidrio.

De ahí, volé aún más atrás en el tiempo y recordé una tarde de verano en Barajas... La emoción que tenía de seguir viaje y, de golpe, pantallas con letras rojas de vuelos cancelados, y la pista llena de carros de bomberos y ambulancias... Y mi corazón de niña roto ante tanta angustia y desesperación.

El día siguiente, una mujer tomó las riendas y dejó de ser niña...  Pocos momentos de mi vida me causan tanto orgullo como ese, en que me subí en un avión rumbo a Berlín, dándole la cara directamente a los fantasmas del día anterior...

Recuerdo la felicidad que sentí al ver Berlín por la ventana del avión... La impaciencia por recorrer los rincones de la ciudad donde se conocieron mis viejos... El cosquilleo de ansiedad en mis pies y en mi ojos por no perderme ni un detalle...

Y después, más lejos todavía, la dura y fría pared de la distancia, el despertar a 12 horas de mi madre... No he encontrado en mi vida ninguna otra definición de "lejanía": "lejos" es estar a un día reloj de mamá. Saber que para mi era día cuando para ella era noche me resultó más extraño que la idea de despertar en Marte...

Y luego, la felicidad de llegar a un idioma conocido... de comprender no sólo las palabras, sino también los gestos, las miradas, las actitudes de la gente... Y recién después de eso, llegar a un nuevo hogar, para empezar, en realidad, el verdadero viaje.

*Lechuza