08 octubre 2013

Inspiración o ataque de pánico

Yo pensaba que el calor de la ciudad en verano no era poético, y, sin embargo, el ruido de un motor me obliga a cambiar de opinión; el olor a polvo de mi infancia santiaguina y la terquedad de los jeans pegados a la piel me llevan a un mundo de inocencia y contención... 
El verano lleva mi apellido en los labios, el sol en mi piel traza un dibujo de mi familia y marca viva la tristeza del campo de mi país... El canto de los pájaros me saca de mi propia conciencia y me pierde en un rincón lejano del cielo... Las micros y las bocinas me erizan la piel y mi cabeza no para... Y yo no se cómo parar, cómo detener el tiempo en un grito, en un segundo, en un rincón del mundo, que me permita explicar a otros este nudo de sensaciones, de recuerdos, de nostalgia, de vida, que me aceleran el corazón.

*Lechuza