en el olor de la sal,
Me distrae, intruso, el recuerdo de una nube citadina,
Y siempre firme,
mis ojos cerrados para escuchar, lejos,
la música de las olas,
el ladrido de los perros...
el viento helado,
el murmullo de los pinos,
el susurro subiendo desde la playa...
Me distrae, intruso, el recuerdo de una nube citadina,
aún borroso en la paz de la distancia...
mezclado con pinocha y arena,
con humo y pasto,
con mate lavado y
picaduras de mosquitos...
mezclado con pinocha y arena,
con humo y pasto,
con mate lavado y
picaduras de mosquitos...
Y, nuevamente, sorpresiva, la fortuna
de estar en el lugar exacto,
en la medida exacta:
descansando el corazón en el cielo,
de estar en el lugar exacto,
en la medida exacta:
descansando el corazón en el cielo,
en la lentitud del planeta, girando bajo mi peso,
y, perdidas, sus manos buscando mi pelo,
y mi piel buscando su nido...
y, perdidas, sus manos buscando mi pelo,
y mi piel buscando su nido...
Y siempre firme,
indigno,
inerte,
insoportable...
el miedo de que la felicidad sea sólo pasajera.
inerte,
insoportable...
el miedo de que la felicidad sea sólo pasajera.
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