Como un pánico escénico que cuesta admitir...
Como ese pucho que el adicto asegura que podría dejar, si quisiera; llevo semanas diciendo que podría escribir, si quisiera...
Y no. No es una seguidilla de distracciones. No es falta de inspiración. No es falta de ideas...
Es un miedo paralizante. A veces, al dolor de escribir. A veces, al agotamiento mental de tanto urgar. A veces, a la posible mediocridad de los resultados... Y siempre, siempre, al fracaso.
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