16 julio 2009

Pero yo a tí, país, en ninguna circunstancia podría odiarte...


"...y ahora en ese país supuestamente gris y conservador, en donde hasta hace poco no existía ley de divorcio, gobernaba una mujer divorciada, madre soltera y socialista, y atea. Aquello era claro indicio de que ese estilete de tierra, que se extendía desde el desierto de Atacama, el más árido e inhóspito del planeta, hasta el Polo Sur, equilibrándose entre el bravo oleaje del Pacífico y las eternas nieves andinas, siempre a un tris de desplomarse con su gente y bártulos al fondo del océano, era un sitio único, irrepetible y cambiante, que transitaba vertiginoso de la euforia a la depresión, o de la solidaridad al individualismo, una especie de esos enrevesados jeroglíficos del arqueólogo Heinrich Schliemann, que nunca nadie lograba descifrar del todo, y que se amaba u odiaba según las circunstancias, los cambios de ánimo y el color de las estaciones..."

*El Caso Neruda, R Ampuero

1 comentario:

Anónimo dijo...

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