26 enero 2010

Un Día de Verano

Otra noche en que quiero escribir y no se qué y no se cómo,
necesito romanticismo en mi vida para inspirarme en las palabras.
Pero, aún sin ese romanticismo, quiero seguir escribiendo.
¿De qué?
Por un breve instante todo se traduce en nada.
Vacío.
En las palabras.
Y en mis sueños.
En mis planes.
En mis ideas.

Pero de repente, no.
Vacío. Sí en las palabras.
Pero no en mis sueños. He armado nuevos sueños.
No en mis planes. He diseñado un nuevo futuro.
Jamás en mis ideas. He mantenido mis convicciones.

No soy poeta ni escritora y no pretendo serlo.
Simplemente aprovecho la oportunidad que me da la ilusión de unos pocos lectores de llegar a alguien con todos mis desvaríos y existencialismos.
Y comprendo que nada tienen de especial, sino que son los mismos que los de tantas mujeres en el mundo. Pero son míos y me llenan. Eso es lo que vale: que nuestros desvaríos y existencialismos y romanticismos nos llenen.

Divago entre mis ideas, queriendo escribir algo bonito. Pero cuesta embellecer lo que no es romántico, sino racional y concreto: mi trabajo, mis planes, mis metas. El proyecto de ser útil al mundo, el proyecto de dedicarme a mi familia, el proyecto de conocer lugares lejanos y volver a tantos otros.

No, no logro expresarlo en palabras que me conformen. Las palabras vienen con lo vivido, no con lo que aún está en mi mente. No importa, son momentos. Es momento de cosechar las cosas en mi mente. Mañana, prometo, seré capaz de escribir algo mejor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola que tal como estas??
una vez mas aqui me tienes,

Saludos...