01 agosto 2014

Cuestiones de vocación y profesión

Siento que he vivido tanto y tan profundo, en lugares tan radicalmente distintos, que mi corazón y mi razón son como el puzzle gigante de un jardín de todos los colores.... Parece algo bonito... tiene buen lejos... Pero de cerca... es más complejo... es  caótico... doloroso...agotador. A veces, enloquecedor.

Guardo recuerdos igualmente queridos de una playa tropical, que de una montaña nevada. Y, para mi, lo complicado es que no son recuerdos de fotografía turística; sino de emociones profundas, de afecto, de pensamientos y de sentido.

La jugosidad dulce de un mango me lleva a una infancia pura, tanto como la sensación de unos pantalones de cotelé y panties de lana a la sombra de la cordillera.
Mi lógica adulta me dice que mi infancia ha de haber sido dolorosa. Algunos recuerdos de bullying y continuas mudanzas, también.
Pero cuando vuelo hasta allí, con un sabor, un olor, un roce; me siento abrigada y protegida. Me siento plena. Humana.

Amo escribir y siento que es lo único que se hacer medianamente bien y lo único que me genera verdadero orgullo.
Tengo que escribir, porque mi corazón grita recuerdos de mundos tan distintos y tan complejos, a la vez, que lo siento como una obligación romántica de no llevarme esto a la tumba.

Se me agita el corazón y me aturde la emoción de sentir que al fin encontré mi vocación.
En realidad, siempre lo supe, siempre fui hacia ahí, pero no lo veía con claridad. Elegí una carrera práctica, porque a los dieciocho no tuve el coraje necesario para enfrentar lo que amo.
Diez años después, me siento, al fin, lo suficientemente valiente para caminar hacia esto que soy yo, hacia esto para lo que nací. Cueste lo que cueste.

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